EL COLOR DEL GATO SI IMPORTA

Posted by Nuestra publicación: on miércoles, octubre 31, 2007

Por Juan Varela Reyes
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“Salte el vocablo que equivoca
Y tuerce el curso del poema
Poniendo el barco ante el dilema
De darse o no contra la roca”
(Rafael Alberti)

Hemos visto aparecer por estos días una serie de construcciones híbridas que, al menos en lo que manifiestan, son las señales de la crisis que atraviesa a esta democracia y propiamente tal, a las élites gobernantes. Un oscuro saltimbanqui político, que durante aquella otra dictadura dio muestras de servil obsecuencia con lo que se venía, ha señalado su disposición a involucrarse activamente desde una posición oficial en las tareas de administración del modelo y para ello no ha dudado en referenciarse con un aparente y extraño nombre que, a primera vista aparece como contradictorio pero que, en esencia viene a reflejar la simbiosis política que ha cruzado a la coalición gobernante y la supuesta oposición durante estos 17 años concertacionistas.

Pero este hecho, más allá de la frivolidad que pareciera guiarlo, es preciso ubicarlo en un contexto un poco más amplio que estos arranques de “preciosismos lingüísticos”.

Con fuerza se instaló la necesidad de los administradores del modelo de lograr un “pacto social” que pudiera enfrentar (más no resolver) algunos de los problemas más visibles que todos los días los medios pregonan como los más centrales de esta sufrida realidad chilena, como serían: la delincuencia, la violencia, la movilización de los habitantes de la gran ciudad.

Junto a ello, y como un dato más, habría que anotar también la preocupación de la jerarquía católica por el posible clima de agitación que podría ordenar el futuro político y que tiene su causa en el descontento popular debido a las condiciones de injusticia, desigualdades sociales e inequidades como efecto de las políticas neoliberales. Para ello, este poder religioso planteó la necesidad de apurar un acuerdo en torno a un salario ético, más no un salario justo… que es algo distinto.

En ese contexto es que se empiezan a realizar los “graciosos ejercicios” de estos oscuros personajes. Pero lo que hay detrás, creemos, son otras motivaciones, otros objetivos. Un dirigente de un país lejano planteó en una oportunidad de no hacer caso del color del gato si él cumplía su papel: cazar ratones, es decir, y parafraseando a aquel dirigente, no importa la forma de las cosas, de los fenómenos o personajes si ellos permiten resolver otras cuestiones de una mayor monta; lo complejo de ello y este hecho lo ratifica, es que la forma es también contenido.

Hay ya una carrera desatada por buscar y encontrar al próximo administrador o gerente (presidente le dicen) del modelo y ante la arremetida de otro personaje que amenaza con hacerse de tan preciado trofeo neoliberal es que se dibujan estos constructor discursivos que buscan una mejor posición desde donde participar de esa carrera. El escenario entonces no puede ser mejor y ello cancela la idea de alcanzar ese pacto social, porque eso ya se ha logrado aunque con otro nombre: pacto político electoral.

Por esa vía se cancela también la idea de un pacto social más amplio y aquellos que buscan ensancharlo saben que seguirán dándose de cabezazos contra esa muralla, a menos que quisieran traspasarla o esperar un mejor momento para ser llamados. Por tanto no debieran preocuparse, en algún momento les van a llamar, cuando el fuego amenace de nuevo se necesitarán voluntarios para apagarlo, la condición que deben cumplir es alejarse de todo lo que pueda ser motivo de pequeñas chispas.

Santiago, Octubre 26 de 2007